dissabte, 15 de març del 2014

Atravesando el Atrio


Passatges bcn
Proyecto: Hotel Mandarin Oriental
Autores: Carlos Ferrater y Juan Trias de Bes + Patricia Urquiola
Localización: Barcelona 
Año: 2009-2010 

El hotel Mandarín, situado en el Paseo de Gracia de Barcelona, no necesita un gran cartel como reclamo, su espectacular entrada trasciende de lo arquitectónico y nos invita a pasar para descubrir qué esconde en su interior. 

La intervención efectuada sobre la antigua sede del Banco Hispano Americano, uno de los motores de la economía de posguerra española, parte de una reflexión de carácter urbano, intentar desdibujar los límites entre interior y exterior. Para ello, se propone la prolongación del Paseo a través de un itinerario arquitectónico que “introduce” el espacio público dentro del edificio. Se trata de ofrecer al visitante una experiencia arquitectónica a través de una concatenación de espacios, donde la ciudad se adentra en el edificio de manera real y metafórica, eliminando la barrera de la fachada que pasa a ser un espacio intermedio. A través de esa portada tripartita se deja en evidencia una rampa que invita a adentrarse en su interior, como un imán que atrae al huésped hacia las profundidades del hotel. 

La llegada al lobby no es inmediata ya que existe un momento de suspense que despierta la curiosidad del público y le hace sospechar que accede a un escenario inusual que se irá transformando a su paso. Gracias a este acceso, la hospitalidad oriental de la firma recibe al viajero en un gesto acogedor que lo conduce de forma elegante hacia los espacios comunes del hotel. Sin puertas, sin escaleras, ni otros obstáculos que incomoden la llegada. Los arquitectos eliminaron la antigua escalera imperial y la convirtieron en una pasarela ascendente de estructura metálica y cubierta de una majestuosa alfombra que atraviesa el atrio bañado de luz natural. 
El paso debía ser, ante todo, silencioso y sobre piezas únicas, como si de obras de arte se tratase. La luz cenital y el blanco puro de las paredes del atrio desconciertan debido al contraste abrupto entre la fachada en claroscuro del antiguo Banco y la luminosidad del espacio diáfano, que se abre al paso del viandante en cuanto pisa la rampa de entrada. El recorrido parte del piso inferior y concluye en la planta mezzanina, en un lobby de reducidas dimensiones que permite el desembarque en una posición del edificio más centrada para resolver las circulaciones interiores.

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